Tenemos una utopía: la construcción de un continente sin fronteras, la Abya Yala, tierra de muchos pueblos, iguales en derechos y solidarios entre sí. Una tierra libre de toda opresión y explotación.

La vida en armonía con la naturaleza es condición fundamental para la existencia de Abya Yala. La Tierra no nos pertenece. Pertenecemos a ella. La naturaleza es madre, no tiene precio y no puede ser mercantilizada.

En el caso de Abya Yala, se debe construir a partir de estados plurinacionales que sustituyan al viejo estado centralizador, patriarcal y colonial, dando a luz nuevas formas de gobierno, donde la democracia se ejerza de abajo hacia arriba, siguiendo la máxima del mandar, obedeciendo, donde exista un diálogo de saberes y culturas, donde cada pueblo sea libre para decidir cómo quiere vivir.

La participación plena e igualitaria de las mujeres es una condición fundamental en la construcción de las nuevas sociedades. De la misma forma la protección integral de los niños, como portadoras del futuro de la Humanidad.

La Tierra, nuestra casa común, se encuentra amenazada por una hecatombe climática sin precedentes en la historia. El derretimiento de los glaciares de los Andes, las sequías e inundaciones en la Amazonia, son sólo los primeros signos de una catástrofe provocada por los millones de toneladas de gases tóxicos lanzados en la atmósfera y los daños causados ​​a la naturaleza por el gran capital, a través de la minería descontrolada, la extracción petrolera en la selva y el agronegocio. Esta situación es agravada por los megaproyectos, integrantes del IIRSA, como son la construcción de hidroeléctricas en los ríos amazónicos y las grandes carreteras que destruyen la vida de pueblos ancestrales, creando nuevas bolsas de miseria.

Para detener este ciclo de muerte, es necesario defender nuestros territorios exigiendo el inmediato reconocimiento y homologación de las tierras indígenas, titulación colectiva de las tierras quilombolas y comunidades tradicionales, así como el pleno derecho de consulta libre bien informada y consentimiento previo para proyectos con impacto social y ambiental, preservando así nuestra tierra, nuestro modo de vivir y nuestra cultura, defendiendo la naturaleza y la vida.

Defendemos y construimos la alianza entre los pueblos del bosque, de los campos y de las ciudades. En el marco de nuestro patrimonio común la lucha de los campesinos por la tierra, los derechos de los pequeños agricultores a la asistencia técnica, crédito barato y simplificado, y los justos reclamos por salud, educación, transporte y vivienda dignos para todos. Luchamos por una sociedad sin exclusiones, con libertad, justicia y soberanía popular. Combatimos en el día a día todas las formas de explotación y discriminación basadas en género, etnia, identidad sexual y clase social. Particularmente nos esforzaremos para superar la invisibilidad de la población afrodescendiente en sus luchas y propuestas sobre poder, autonomía y territorio.

La Amazonía sudamericana tiene problemas urbanos extremadamente graves, en ese sentido es fundamental luchar por la construcción de ciudades justas, democráticas y sostenibles, adecuadas a las diferentes realidades de esta región, contemplando la diversidad de los actores sociales que viven en esas ciudades.

En la Pan-Amazonia, como en toda América Latina, enfrentamos el militarismo que actúa como mediador entre el colonialismo y el imperialismo. Condenamos la utilización de las fuerzas militares, cuerpos policiales, paramilitares y milicias como agentes represivos de las luchas de los pueblos, así como los intentos de utilizar la justicia para criminalizar a los movimientos sociales, la pobreza y los pueblos indígenas.

Denunciamos la presencia de tropas norteamericanas en los países de la Pan-Amazonia, en especial en Colombia, así como la reactivación de la IV Flota estadounidense como amenazas a la paz en el continente. Repudiamos el colonialismo francés en Guyana y apoyamos los esfuerzos de sus pueblos para alcanzar la independencia. Nos manifestamos contra golpes y ocupaciones militares, como los de Honduras y Haití. De la misma forma protestamos contra las barreras que buscan impedir la libre circulación de los pueblos entre nuestros países, defendemos el derecho de los migrantes de tener una vida plena y digna en el país que eligen para vivir.

Luchamos por construir países apoyados en economías que mantengan la soberanía y la seguridad alimentaria, que desarrollen alternativas a los modelos predatorios y extractivistas y que tengan en la economía solidaria y en la agroecología, pilares en la edificación del bienestar social. Para nosotros, los saberes ancestrales son fuentes de aprendizaje y enseñanza en igualdad de condiciones con el llamado conocimiento científico; la democratización de los medios de comunicación es una necesidad inaplazable; la libertad de expresión y la apropiación de las nuevas tecnologías es un derecho de todos, así como una educación que estimule el diálogo, los contactos sin barreras, los dones y talentos individuales y colectivos que diseminan valores humanos, abriendo el camino hacia la transformación íntima y social.

Reafirmamos nuestra identidad amazónica a través de nuestras múltiples caras, honrando la tradición y construyendo lo nuevo. Forman parte de esta identidad las lenguas originales de nuestros pueblos y sus conocimientos tradicionales.

Estos son nuestros compromisos. Debemos transformarlos en acción.

Cobija / Bolivia, 01 de diciembre de 2012

Comité Internacional del Foro Social Pan-Amazónico

*Conoce aquí la carta de principios del Foro Social Mundial