Comunidades fortalecen apuesta de Buen vivir para enfrentar empresas petroleras en la Amazonía

Fospa Colombia
Fospa Colombia septiembre 1, 2020
Updated 2020/09/01 at 6:56 PM

Artículo de opinión escrito por Camilo Chica, Comunicaciones Fospa Colombia

Para las próximas décadas, el Avatar del director de cine James Cameron cobrará vida. Los Estados Unidos de América junto a sus fervientes competidores de Europa y Asia están en la tarea de tener buena parte de la última reserva de petróleo en el mundo. Última debido a la complejidad política para acceder a esta, que está en todo el corazón del Abya Yala, la gran Amazonía. Puesto que, las reservas del oriente, ya no están tan seguras y han producido muchos muertos, y las otras ya tienen un gran jefe que las protege; similar situación sucede en el continente africano. Sin embargo, Latinoamérica es un caso particular y de vital atención, para los grandes imperios, debido a su naciente configuración política.

Para el disgusto de los poderes imperiales, en las últimas décadas viene creciendo, lo que llamarían ellos un nuevo enemigo. Nuevos y ancestrales movimientos políticos le están dando otro rumbo a la brújula, que históricamente ya estaba escriturada para los latinoamericanos.

Posterior a las dictaduras neoliberales, post segunda guerra mundial, muy al estilo Margaret Tacher, que extinguieron con plomo el pensamiento socialista y comunista, casi en su totalidad, desde México hasta Argentina; y felices con la victoria con las que instalaron las democracias representativas al buen estilo americano, con dos o tres partidos políticos, que se reparten la torta; pero al final cualquiera le tenía que hacer caso a lo que dijera el Tío Sam, a través del FMI, el BM y las cientos de miles de ONG, que subrepticiamente avalan este modelo; volvieron a retomarse las formas de vida ancestrales, que yendo más allá del totalitarismo comunista, propugnan por un modelo mundial que no esté basado ni en la explotación del hombre, ni de los recursos.

Los Estados monolíticos de las fuerzas capitalista y comunista están contemplando, hace unas décadas, la creación de estados plurinacionales o la promulgación de leyes de consulta previa o la puesta en marcha de leyes particulares para la educación, la salud, y las formas de vida de pueblos particulares. Poco a poco el totalitarismo tuvo que expandir sus alas e incorporar para sí, nuevas formas de hacer la política. Por ejemplo, en el gobierno de Evo Morales en Bolivia se constituye un Estado Plurinacional otorgándole voz y voto a todos los pueblos indígenas frente a las decisiones del país. Así que empezaban a hacerse las leyes más laxas, gracias a las luchas emprendidas por los movimientos sociales, logrando, entre otras cosas, que las empresas extractivas, antes de instaurarse en los territorios deben consultar a la comunidad que allí habita; o que las comunidades indígenas puedan recuperar su idioma y sus formas ancestrales de salud y educación.

Pero este avance, no quiere decir, que estas compañías petroleras, que, en la década del 30, ya se habían titulado por cuenta propia el subsuelo de Latinoamérica, vayan a abandonar su terreno ganado y no busquen expandirse. El Amazonas por su extensión ha permanecido casi intacta a la estampida generada por la Standard Oil Co. desde finales del siglo XIX, hasta el momento; pero ese tiempo se viene acabando. Los bloques petroleros en toda la Cuenca Amazónica ya son cientos y cubren miles de hectáreas de selva. Las compañías que surgieron de la fragmentación de la Estándar Oil Co, entre estas la Exxon, ConocoPhillips, Chevron, más otras, obtienen licencias sin mayor problema y poco a poco, junto sus rivales de oriente, occidente y locales, se consumen la gran selva amazónica.    

En su devorador recorrido se han encontrado con la resistencia de las comunidades, que no les ha dejado la tarea fácil a estas compañías. Con cientos de formas no violentas las comunidades logran detener, hasta cierto punto, este avanzar ecocida. Las acciones de resistencia pasan de peticiones legales a movilizaciones en las calles, huelgas, boicots, entre otras formas de protesta; mecanismos que han logrado no sólo detener en muchos casos el avanzar de estas empresas, sino que han logrado varias organizaciones, pueblos y comunidades unirse con otros en el mundo con las mismas problemáticas, para enfrentar el extractivismo.

En 2016, la nacionalidad Waorani, en Ecuador, logran vetar (provisionalmente) a la compañía Texaco de realizar un proyecto de extracción petrolera en 180.000 hectáreas de la selva Amazónica. En 2019, La comunidad Siona, en Colombia, en otra acción jurídica logra suspender, por fallo de un Tribunal administrativo, que la compañía Amerisur hiciera exploración sísmica en el Resguardo de Santa Cruz, en el municipio de Puerto Asís. En 2013, los indígenas matsés, marubos, matís y kinamarys del Valle del Javari en el Brasil se reúnen y declaran públicamente que resistirán y no permitirán que en sus territorios se realice proyectos petroleros, manteniendo desde entonces una puja permanente con Pacific Rubiales. En la actualidad, los indígenas guaraníes en Bolivia, se declaran en estado de emergencia debido a que el gobierno de transición va a retomar los estudios de franking en la región del Chaco y Santa Cruz. Y así un sin número de ejemplos en la Amazonía.

Sin embargo, la esperanza de vivir en un nuevo modelo, que opte por energías limpias, por energías renovables, por energías que no destruyan el ambiente, es aún una utopía en construcción. No depende sólo de las resistencias de quienes se ven directamente afectados, sino de aquellos que se han acostumbrado a consumir del oro negro y sus miles de derivados. No obstante, optar por otra opción de vida, por el Sumak Kawsay, es un capítulo en la historia de la humanidad que cada día coge más fuerza y se extiende fuera de los límites de la tierra indígena.

La vuelta a la ancestralidad es la nueva emergencia para las empresas petroleras, que ven en este modelo de vida, en estas resistencias por el Buen Vivir, un obstáculo a sus empresas. Falta mucho por construir, para producir el cambio, pero hoy en día iniciativas como la Asamblea Mundial Amazónica y el Foro Social Panamazónico, sirven de brazo articulador para decirle al petróleo NO MÁS.

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